

Paseando
por los horizontes del mes de septiembre se ven tatuados sobre
las colinas y valles los surcos, que el arado ha trazado para
preparar la tierra para la siembra. Mientras en las calles
de los pueblos los lugareños aprovechan los últimos cálidos
rayos del sol, sacan a airear sus recuerdos...
Ahora,
en tiempos de grandes maquinaria que hacen la vida en el campo
menos penosa y dura, se recuerdan aún los años en que la cosecha
seguía un ciclo invariable, comenzando con la sementera, después
la siega, el acarreo, la trilla y la limpia del grano. Todo
concluía cuando se colmaban pajares, paneras, graneros e ilusiones.
Antaño
era el hombre solo, con su confianza y la fuerza de sus brazos
y su corazón, buscando ayuda en vecinos para compartir fatigas
y largas jornadas...
Junto
a mulas, burros y bueyes, compartían protagonismo la madera
y el hierro: hoces, guadañas, carros, viendas, trillos, manales,
arados, yugos, azadas... Todo ello convive, lleno del polvo
del desuso, junto a cosechadoras, tractores, ....
A
los arados se les crea monumentos, son centros de exposiciones.
Los carros poco usados, de ruedas chirriantes, pretendiendo
imitar a los grillos...
Las
hoces, afilados cuartos de luna, eran sacadas a trabajar al
amanecer, cortando mieses, creando gavillas doradas.
Los
trillos, dando vueltas y vueltas sobre las parvas, cortando
las cañas del cereal,... Las viendas venteando la paja para
separarla del grano; las cribas y cerandas que dejan los granos
libres de hierbas y pajas...
Barrederos
de escobas y rastros acaban recogiendo todo el grano de la
era, menos aquellos que las hacendosas hormigas han conseguido
transportar hacia sus hormigueros, almacenándolo par el próximo
invierno...
Hoy
estos aperos duermen olvidados en pajares y en los rincones
de los corrales. Pero aún permanecen en la memoria y se van
sacando para exponerlos a las nuevas generaciones, pues gracias
a ellos se alimentaron muchos antepasados.
HITOS
Y MOJONES
Desde
la más remota antigüedad, el hombres, por una u otra razón,
ya sea de culto, geográfica, señalización o por puro capricho,
ha tendido a dar nombre y señalar accidentes geográficos,
senderos de paso, lugares peculiares o sagrados, las tumbas
de sus caudillos o de sus miembros de familias, límites de
sus territorios, los lugares de hazañas, etc.
El
método más utilizado son piedras y maderas, pequeñas o grandes,
solitarios o en grupos, únicos o amontonados, colocados en
el lugar en el que se pretendía señalar.
Hito.
Del latín figuere (asegurar). Es una piedra que
sirve para conocer la dirección de los caminos y para señalar
los límites de un territorio.
Mojón.
Es una señal que divide las tierras o términos. Se utiliza
para que sirva de guía. En las fincas marcan las diferentes
tierras de labor y su uso.
Marra.
|